San Felipe: entre casas de madera y murales que cuentan historias
San Felipe es memoria viva pintada en madera y en murales, un sitio donde la tradición y la modernidad se dan la mano para crear un destino cultural y gastronómico que merece ser descubierto.

San Felipe, un pequeño poblado de pescadores en la costa de Yucatán, es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo. Su historia se refleja en la arquitectura tradicional de madera, con casas pintadas en tonos alegres que durante décadas han dado identidad al pueblo. Aunque algunas construcciones ya no se conservan completas y solo mantienen las fachadas, ese detalle ha hecho aún más peculiar su paisaje urbano: una mezcla de memoria, tradición y reinvención.
En mi experiencia, caminar por las calles de San Felipe siempre me provoca una sensación de calma y autenticidad. Es un lugar donde la gente vive de cara al mar, donde el ritmo lo marcan la pesca y la vida sencilla, y donde la comunidad ha sabido adaptarse sin perder su esencia.
Imagen: Gina Alfeiran. San Felipe, Yucatán
Los murales de San Felipe: un nuevo lienzo para la identidad
En los últimos años, las coloridas fachadas de San Felipe han encontrado un nuevo aliado: el arte urbano. Diversos artistas han plasmado murales en las casas y espacios públicos, convirtiendo al poblado en una galería al aire libre. Estas obras no solo embellecen el lugar, sino que también revalorizan la cultura local y atraen visitantes interesados en conocer un San Felipe que honra sus raíces mientras se abre a nuevas expresiones artísticas.
Este movimiento artístico ha tenido un impacto especial en la comunidad, pues fortalece el sentido de orgullo y pertenencia de sus habitantes. Los murales cuentan historias, evocan tradiciones y a la vez ofrecen una mirada fresca que invita a recorrer cada rincón con nuevos ojos.
Imagen: Gina Alfeiran. San Felipe, Yucatán
Una experiencia que va más allá del arte
Visitar San Felipe es para mí una experiencia completa. Después de recorrer sus calles de madera y descubrir los murales, siempre encuentro un motivo para disfrutar de su gastronomía local, basada principalmente en pescados y mariscos frescos preparados de manera sencilla pero deliciosa. Nada como probar un ceviche o un pescado frito recién salido del mar con vista al muelle.
San Felipe sigue siendo un lugar que me encanta recomendar, porque ofrece lo mejor de dos mundos: la autenticidad de un pueblo pesquero tradicional y la creatividad de un espacio que se reinventa con el arte.
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