Oaxaquita: el rincón oaxaqueño que conquista en la colonia Guerrero
En una esquina discreta de esta colonia se esconde una joya culinaria que huele a hogar, tradición y tierra oaxaqueña

Hay lugares que no sólo se visitan: se viven. Así es Oaxaquita, un pequeño gran restaurante en el corazón de la colonia Guerrero, en la Ciudad de México, que sorprende desde la fachada hasta el último bocado. Este proyecto, que nació entre composta y talleres de agricultura urbana, se transformó en un homenaje lleno de sabor, raíces y resistencia.
Imagen: Velázquez JM, los platillos son abundantes.
Al cruzar la puerta, todo vibra: el aroma del comal, el colorido del papel picado, las plantas, los cuadros hechos por su mamá y hasta las piezas de artistas locales. Aquí se come con los ojos, con el alma… y sobre todo con gusto. El menú cambia, se reinventa, pero siempre respeta la esencia del Valle Central de Oaxaca. Las tlayudas son la joya de la casa, pero igual puedes encontrar enfrijoladas con chapulines, memelas de mole con tasajo o un coloradito con chícharo que sabe a domingo de fiesta en pueblo.
Cada ingrediente —el quesillo, el chorizo, el tejate, el café— llega directo desde Oaxaca una vez por semana. Por eso todo sabe tan bien, tan fresco, tan suave. Aquí no hay trucos ni atajos: la sazón es de herencia y se nota. Y si tienes dudas, pregúntale a cualquier comensal o al propio Ricardo, el fundador, que lo cocina todo con amor y memoria.
Imagen: Velázquez, JM, no puede faltar la rica y tradicional tlayuda.
¿Te gusta el mezcal? ¿Prefieres una chela artesanal o un chocolate con agua? Aquí hay de todo para acompañar la comida, compartirla al centro y salir sonriendo. Porque eso es Oaxaquita: una sorpresa feliz, un rincón auténtico y un viaje oaxaqueño sin salir de la CDMX.
Imagen: Velázquez, JM, la limonada con mezcal es deliciosa y refrescante.
Ve con hambre, con calma y, si puedes, con un amigo oaxaqueño. Te aseguro que también lo va a amar.
¿Cuál es su reacción?






