Queso de Bola: El Sabor Holandés que Conquistó la Cocina Yucateca
Se volvió el ingrediente foráneo a un emblema gastronómico, ha llegado a ser un legado culinario que perdura.

El queso de bola, conocido internacionalmente como queso Edam, es un producto originario de los Países Bajos que ha encontrado un lugar especial en la gastronomía de Yucatán. Su llegada a la península está envuelta en diversas historias y leyendas.
Una de las versiones más conocidas sobre la llegada del queso de bola a Yucatán relata que durante el Porfiriato, embarcaciones holandesas arribaron a la región en busca del "oro verde", el henequén. En estos viajes, se introdujo el queso Edam, que, gracias a su resistencia al clima cálido y húmedo, se adaptó perfectamente a las condiciones locales y se incorporó en la dieta de los yucatecos.
Imagen: Sefotur. Empanadas de Chaya con Queso de Bola
Con el tiempo, el queso de bola se integró en diversos platillos tradicionales de Yucatán, convirtiéndose en un elemento distintivo de la cocina regional:
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Queso Relleno: Un platillo emblemático que consiste en una bola de queso Edam ahuecada y rellena de picadillo de carne de cerdo, pasas, alcaparras y especias, cocida al vapor y servida con salsa blanca (kol) y salsa de tomate.
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Marquesitas: Un postre popular en las calles de Yucatán, creado en 1945 por Don Vicente Mena Muñoz. Consiste en una crepa crujiente rellena tradicionalmente de queso de bola rallado, aunque actualmente se ofrecen con diversos rellenos.
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Empanadas de Chaya con Queso de Bola: Una deliciosa combinación de la tradicional chaya y el queso Edam, envuelta en masa de maíz y frita hasta obtener una textura crujiente.
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Dulces y Bebidas: El queso de bola también se utiliza en la elaboración de dulces tradicionales y bebidas como la crema de queso de bola, demostrando su versatilidad en la cocina yucateca.
Imagen: Sefotur. Marquesita de Queso de Bola
Hoy en día, el queso de bola es más que un ingrediente; es un símbolo de la identidad culinaria de Yucatán. Su presencia en la gastronomía local refleja la fusión de culturas y la capacidad de adaptación de los yucatecos para incorporar sabores del mundo en su cocina tradicional.
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